Tres madres ejemplares y solidarias de Chicago

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Tres latinas que trabajan por su comunidad nos comparten sus historias. Tienen en común el ser madres y el laborar con auténtica vocación de servicio por el progreso de sus vecindarios

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Glenda Guzmán

Supervisora del programa ‘Safe passage’ (Paso seguro)

Casada, de 29 años y originaria de Salinas, Puerto Rico. Se mudó a Chicago hace dos años. Ofrece tutoría voluntaria a padres y fue elegida representante de la comunidad en el LSC en una escuela de su barrio.

Ganaba $7.25 la hora y trabajaba casi los siete días de la semana para que me alcanzara para pagar el auto y la casa en Salinas, Puerto Rico. Debido a la crisis económica en la Isla y porque buscamos un futuro mejor mi familia y yo decidimos mudarnos a Chicago hace dos años.

Mi hija tenía seis meses de nacida cuando mis padres y yo nos establecimos en el barrio Ukranian Village. El primer año fue difícil para mí porque aunque leía y entendía el inglés no me atrevía a hablarlo. Ahora hasta participo en reuniones con las Escuelas Públicas de Chicago.

De forma voluntaria ayudo a dar tutoría en computación e inglés en la Universidad de Padres de la secundaria Roberto Clemente en el barrio de Humboldt Park. Tenemos un café cibernético en el que también ayudo a las personas a prepararse para el examen de ciudadanía y a aprender a utilizar la computadora. También he participado activamente con los padres en las escuelas a través del Community As A Campus (CAAC).

Glenda Guzmán protege el paso de los niños hacia sus escuelas.
Glenda Guzmán protege el paso de los niños hacia sus escuelas.

Quería ser representante de la comunidad en el Concilio Escolar Local (LSC) de la Frederic Chopin Elementary School . Me postulé y gané las elecciones, empiezo a partir del 1 de julio.

A algunas personas que quieren saber sobre diferentes programas los oriento en lo que puedo. “Me satisface ver la cara de alegría cuando ellos me dicen “me ayudaron Glenda”. Son muchas cosas que he logrado en estos dos años que jamás imaginé que iban a pasar en mi vida, yo estudié Justicia Criminal y desarrollo empresarial y me encuentro haciendo algo diferente, pero me gusta servir a la comunidad”.

Para cubrir los gastos del hogar y de mi hija de dos años laboro medio tiempo en un empleo en el que tengo contacto con la comunidad especialmente con los estudiantes, pero lo que más me gusta es que el horario es flexible. Para mí lo más importante es el tiempo con mi hija y que a ella no le falte nada.

A las siete de la mañana dejo a mi hija en la guardería y me voy a trabajar, soy supervisora de ‘Safe passage’ (Paso seguro) un programa de las Escuelas Públicas de Chicago en alianza con el Centro Cultural Puertorriqueño, el cual lo tiene en cinco planteles como en Frederic Chopin Elementary School. El programa está diseñado para proporcionar rutas seguras a los estudiantes de camino a la escuela y a la salida de la escuela.

En esa escuela tan pronto llegamos al lugar de reunión les entrego a los trabajadores su chaleco y su radio y salimos a la calle a nuestros puestos, las esquinas. “No es parte de nuestro deber cruzar a los estudiantes porque no somos ‘crossing guards’ pero como personas conscientes detenemos los autos para que los niños crucen y entren a sus escuelas y ahí estamos desde las 7:30 am hasta las 9:30 am, luego regresamos por la tarde a partir de las 3:00 pm hasta las 6:00 pm los cinco días de la semana”.

Con lo único que hay que lidiar es con el clima, hay que abrigarse bien especialmente cuando hace frío. “Esta ha sido una oportunidad de crecimiento. Trabajo, estudió inglés y sirvo a la comunidad y cuando regreso a la casa estoy con mi niña. Me va súper bien, paso los días con mi hija y se me han abierto muchas puertas”.

Irma Hermosillo y su hijo Emmanuel, campeón de atletismo.
Irma Hermosillo y su hijo Emmanuel, campeón de atletismo.

Irma Hermosillo

Catequista de los niños con discapacidad 

De origen mexicano, es feligrés de la iglesia San Gall Church en Gage Park. Es coordinadora del programa  Special Religious Development  (SPRED) de la Arquidiócesis de Chicago para católicos con necesidades especiales. Es casada con tres hijos. Uno de ellos con Síndrome de Down es campeón en atletismo.

Me dijeron los médicos que mi hijo Emmanuel tenía Síndrome de Down recién a los cuatro meses de nacido, no cuando él nació. Para mí fue algo bien difícil al principio. Como latinos no hay mucha información ni recursos en nuestro idioma así que empecé a educarme. Siempre lo he motivado a que tenga confianza de que él puede hacer muchas cosas.

Buscaba que el programa SPRED se desarrollara en una iglesia cercana a mi casa porque quería que mi hijo tenga comunión con Dios y que participe de los sacramentos. Y desde hace seis años soy voluntaria de SPRED en español de San Gall Church, coordino el programa en el que me apoyan otros voluntarios. La catequesis a través de SPRED es una bendición para muchos niños y adolescentes con necesidades especiales. Cuando les toca recoger las ofrendas ellos se sienten bien contentos e importantes que la gente los vea que ellos también pueden hacer las cosas.

Este programa consiste en darles catequesis a los niños, prepararlos para la primera comunión, la confirmación y para que ellos se sigan desarrollando dentro de la iglesia. Los voluntarios reciben entrenamiento antes de ser catequistas. El programa también se imparte en inglés pero no lo tienen todas iglesias.

Emmanuel está en el último año de la secundaria John F. Kennedy y le gusta el deporte es un campeón en atletismo ha ganado una medalla de oro en esa disciplina en las Olimpiadas Especiales de Chicago este año. Dios nos escogió por ser madres especiales, todos somos especiales. Ser madre de un niño especial es algo muy gratificante.

Dolores Castañeda recorre Pilsen y La Villita para proveer ayuda a los desamparados.
Dolores Castañeda recorre Pilsen y La Villita para proveer ayuda a los desamparados.

Dolores Castañeda

La mamá de los desamparados     

Castañeda es parte de Padres Ángeles de la iglesia Santa Inés de Bohemia en La Villita. Participa activamente en la comunidad en su lucha contra la violencia en ese barrio. En México estudió psicología y dice que su pasión es ayudar a los desamparados y a las personas con discapacidad.

Soy madre soltera, tengo cuatro hijos y mi motivación es trabajar por la salud  en la comunidad. Formo parte del grupo Padres Ángeles de la iglesia Santa Inés de Bohemia que trabaja con familias y se enfoca en la prevención de violencia en jóvenes y adultos. La vida tiene muchos retos hay que estar siempre en oración apoyando a nuestros hijos.

Los miércoles y los domingos por la noche con ayuda de voluntarios recorremos las calles de Pilsen y La Villita para llevar comida, abrigo y medicinas a los desamparados y esto desde hace seis años.

Cuando llego a ver a los desamparados les hablo como si fueran mis hijos. Por ejemplo les digo: “Aquí está la comida vamos a comer siempre me incluyo, a veces como o tomo chocolate con ellos”.

Todos me dicen mamá y yo los siento parte de mi familia también a ellos. Inclusive las personas que me ayudan me dicen: “Vamos a ir a ver a tus hijos”.  Yo les respondo: “Sí, vamos hoy”.

 

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