En los últimos años ha surgido la moda entre muchos puertorriqueños de escribir el nombre aborigen de la isla como “Boriken”, o sea, utilizando la ortografía inglesa en vez de la castellana “Boriquen”.
Desconozco cuál ha sido el origen de esta práctica, pero recientemente fui vehementemente rechazado al cuestionarla en un portal de Internet sobre historia de Puerto Rico. Me sorprendió la reacción casi visceral de algunos de los participantes; parecería que había cometido alguna herejía.
Hay algunas personas que dicen que “Boriken” era la forma como los indios lo escribían. Planteamiento totalmente absurdo, ya que, como es bien conocido los “yndios”, como los llamaron los castellanos, nunca desarrollaron la escritura.
En el portal hubo quien me “explicó” que la forma “Boriken” era como los castellanos la escribían para diferenciar la lengua de los indios de la suya. Esto me sorprendió en dos niveles. Primero, el siglo XVI temprano es la época en que Antonio de Nebrija luchaba por establecer una gramática española (castellana) y la ortografía de la época, aún entre los escribanos del rey, era poco más que caótica. De otra parte, en treinta años de investigación y estudio de cientos de documentos del siglo XVI, con excepción de algunas crónicas, siempre he visto que los castellanos normalmente se referían a la isla como “Sanct Johan”, o sea San Juan, el nombre con que la bautizó Colón en 1493.
Uno de los compañeros del foro dijo que cada cual lo escribía como mejor quisiese. Esto quizás será aceptable en otros círculos y permitido a otros, pero para un investigador y académico no. El historiador está obligado a trabajar con hechos y evidencia no con gustos ni “creatividad”.
LOS HISTORIADORES
La discusión sobre el nombre arahuaco de Puerto Rico no es algo nuevo. A través de los años nuestros mejores historiadores han debatido este tema, aunque en esos casos la discusión básicamente era sobre si el término correcto era Borinquen o Boriquén. Directamente estamos familiarizados con tres de estos trabajos, los otros los conocemos por referencias que aparecen en estos.
Con toda probabilidad, el más descriptivo es el ensayo “Apuntes sobre el nombre indígena de Puerto Rico y la cuestión de su etimología” del profesor José Juan Arrom. Este breve trabajo, como era de esperarse por su autor, es sumamente completo y presenta un detallado repaso de la controversia y las posiciones de los principales historiadores puertorriqueños de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Salvador Brau y Cayetano Coll y Toste. El ensayo también reseñó la posición de Luis Lloréns Torres que en su libro América: Estudios históricos y filológicos, publicado en 1898, favoreció “Borinquen”.[1] Arrom también mencionó el libro de Labor Gómez Acevedo y Manuel Ballesteros Gaibrois Hallazgo de Boriquén y polémica de su descubrimiento (publicado en 1980) y Arqueología lingüística (1996) de Manuel Álvarez Nazario, quien considera que el nombre correcto es “Boriquén”.[2]
En 1894 don Salvador Brau escribió:
… los indios, según lo confirman historiadores nacionales y extranjeros y lo comprueban documentos oficiales auténticos, llamaban á Puerto Rico Boriquén, desde el momento en que ese nombre se adultere en los textos destinados á la enseñanza, la instrucción en esa forma transmitida no puede ser absolutamente cierta.[3]
Las palabras de don Salvador son tajantes y su conclusión absolutamente cierta; la Historia debe mantenerse fiel a los hechos. Esa es la cadena a la que estamos atados los historiadores.
Por su parte, en Colón en Puerto Rico (1893) Cayetano Coll y Toste planteó que…
Aún hay escritores puertorriqueños que continúan poniendo en tela de juicio el nombre indígena de la isla de Puerto-Rico, á pesar de la brillante conferencia desarrollada sobre este tema en el Ateneo por don Salvador Brau.[4]
Suponemos que esta conferencia a la cual don Cayetano hizo referencia fue la base para el trabajo de Brau que acabamos de discutir. Como sea, estas palabras de Coll y Toste indican que concordaba con Brau en que el nombre de la isla era Boriquén.
Ahora, de mayor interés para nosotros es el análisis que Coll y Toste hizo de la idea que había presentado el doctor José de Jesús Domínguez de sustituir la “K” por la “QU”. Para él esto “obedece á miras innovativas fonéticas”.[5] Coll y Toste concluyó diciendo:
De manera, pues, que ni la etimología ú origen, ni la necesidad de pronunciación, ni el usoautorizado por los cronistas informan a favor del vocablo Burikem ó Burinkem, con el cual pretende el señor don José de Jesús Domínguez sustituir á la palabra Boriquén, usada por una mayoría respetable de cronistas, cartógrafos é historiadores.[6]
A través de los años otros historiadores también han mencionado el nombre aborigen de la isla en sus obras. Ninguno de ellos utilizó la ortografía “Boriken”. Por ejemplo, el padre Álvaro Huerga en Los primeros historiadores de Puerto Rico (1492-1600) –tomo XV de la Historia Documental de Puerto Rico- mencionó “los nombres que se le da a la isla –Baheque, Baneque, Borique, Borinquen, etc. …”.[7] Por su parte, don Ricardo E. Alegría en 1978 en el excelente ensayo “Las primeras noticias sobre los indios caribes” utilizó el término “Boriquén”.[8] Labor Gómez Acevedo y Manuel Ballesteros Gaibrois también escribieron “Boriquen”.[9] De hecho, ellos dedicaron una larga nota al final del primer capítulo de su Culturas indígenas de Puerto Rico a discutir este tema.[10]Finalmente el Monseñor Vicente Murga, iniciador de la Historia Documental de Puerto Rico, escribió:
Colón llega a la isla de Borinquen del 18 al 19 de noviembre de 1493; y con el pendón de Castilla en una mano y la copia autorizada de la bula [Inter Caetedra] en la otra, toma posesión de la isla de Borinquen, la bautiza con el nombre cristiano de isla de San Juan, y la incorpora a los reinos de Castilla….[11]
Como vemos Murga también escribió la palabra utilizando, propiamente, “quen” y no ese extraño “ken” inglés.
No fueron únicamente los historiadores modernos y contemporáneos los que utilizaron la ortografía castellana. En la Biblioteca Histórica, el primer libro sobre la historia de Puerto Rico escrito por un criollo, Alejandro Tapia y Rivera explicó que “el nombre primitivo de la isla era el de Boriquen, pero el Padre Abad de la Mota [Abbad y Lasierra]… añadió una n a la segunda silaba, variación que ha confirmado el uso moderno”, o sea “Borinquen”.[12] En otras palabras, Tapia, a pesar de reconocer el error popular, en vez de tratar de corregirlo, se hizo coro del mismo. Por su parte, como mencionó don Alejandro, Fray Agustín Iñigo Abbad y Lasierra, autor de la primera historia de Puerto Rico, publicada en 1788, llamó a la isla “Borinquén”.[13]
LOS CRONISTAS Y FUENTES PRIMARIAS
Todos estos ensayos y libros, irrelevante de la capacidad de sus autores o de la calidad de las obras, son fuentes secundarias. Como siempre le repito a mis estudiantes, la materia prima del historiador son las fuentes primarias, o sea los testimonios y declaraciones de las personas que vivieron o fueron testigos de los eventos bajo estudio.
En la obra Americae pars qvarta, siue, Insignis & admiranda historia de reperta primùm Occidentali India à Christophoro Columbo, editada por Theodor de Bry (1594), Girolamo Benzoni llamó a Puerto Rico “Boriquenam insulam”.[14] En una nota al calce a ese texto, el editor escribió “Insula Borichem”.[15] Debo señalar que Benzoni, hasta donde estamos conscientes, fue el primer autor que se refirió a la isla como San Juan de Puerto Rico (“S. Ionnis de Portu-ricco”).[16] En el apéndice de imágenes con las cuales de Bry ilustró la obra aparece el grabado “Indivolentes expeririimmortalitatem Hispanoru Salsedum Hispanum in mari suffocant”. Este representa la historia de la muerte de Diego Salcedo y en el texto que narra la historia aparece “Borichen”.[17]
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, uno de los principales cronistas de la Conquista, dedicó “el libro déçimo sexto” de la Historia general y natural de las Indias a “la conquista y poblaçion de la isla de Boriquen, á la qual los chripstianos llaman agora isla de Sanct Johan”. [18] En el primer capítulo en que describe el “asiento” de la isla de San Juan, Fernández de Oviedo repitió el nombre:
“Llaman los indios Boriquen á la isla que agora los chripstianos llaman Sanct Johan, la qual está al Oriente desta Isla Española, veynte é çinco ó treynta leguas”.[19]
Claro, aunque Fernández de Oviedo estuvo presente y participó de los primeros años de la conquista y colonización de La Española, sabemos que él no participó, ni estuvo presente en el “descubrimiento” de Puerto Rico en noviembre de 1493. Por lo tanto, a pesar de estar cercano a los eventos, no se le puede considerar propiamente una fuente primaria sobre este tema.
Hasta nuestros días han llegado dos narraciones de testigos presenciales del arribo de la flota de Cristóbal Colón a Puerto Rico en 1493. Ambos mencionaron el nombre dado por los “indios” a la isla. La más conocida es la carta del doctor Diego Álvarez Chanca, “físico” (médico) de la expedición, en la cual escribió:
Andovimos por esta costa lo mas deste día, hasta otro día en la tarde, que llegamos a vista de otra isla, llamada Burenquen, cuya costa corrimos todo un día; juzgábase que ternia por aquella banda 30 leguas. Esta isla es muy hermosa y muy fértil á parecer….[20]
Es interesante notar que más adelante en la carta Álvarez Chanca cambió el nombre de la isla y la llamó “Buriquen”.[21] El otro testigo del “descubrimiento” de Puerto Rico fue Miguel Cuneo, quien dos años después, en 1495, narró su aventura a Gerónimo Annari:
El dia 14 de noviembre zarpamos con mal tiempo, y el 19 llegamos a una isla muy Hermosa y grande llamada “Boluchen” por los naturales, a la cual el señor Almirante puso por nombre Isla de San Juan Bautista.[22]
Vemos que ambos viajeros recogen el nombre arahuaco de forma diferente, respondiendo a lo que ellos entendieron a los nativos. Aunque hay diferencias de redacción entre ambos autores, ninguna incluye de forma alguna el uso de la “K” para crear el sonido “que”.
Un trabajo muy interesante y poco mencionado en la historiografía puertorriqueña es la “Uocabula Barbara” que aparece como un apéndice a la edición de 1530 (la primera completa) de De orbe novo decades (Décadas del Nuevo Mundo) escrita por Pietro Martire d’Anghieria (Pedro Mártir de Anglería) y editada por Antonio de Nebrija.[23] Este breve trabajo es, para todo efecto, el primer diccionario de la lengua de los indios (“taíno”) a una lengua europea, el latín. El mismo dice:
“Buriquena insula”.[24]
O sea, “Buriquena” la isla. Es interesante notar que en este diccionario no aparecen palabras que comiencen con las letras “K” ni “W”.
CARTOGRAFOS
Otras fuentes que debemos considerar en nuestro análisis son los mapas. Como es natural, muchos cartógrafos, aunque no todos, de la historia temprana del Nuevo Mundo incluyeron e identificaron a la isla que hoy llamamos Puerto Rico.
Abraham Ortelius en su mapa de 1608 Americae Sive Novi Orbis Nova Descriptio llamó a la isla “Boriquen” o “S. Ioannis”. Mientras que el mapa Theatrum Orbis Terrarum (1570) escribió “Borique”.
El mapa America realizado por Joducus Hondius (1607) llama a la isla “S. Iuan de P. Rico alas Boriquen”.
A finales del siglo XVI Theodor de Bry llamó a la isla “Borichen” en tres de los mapas producidos por su taller. Estos son:
- America sive novvs orbis respectv europaeorvm inferior globi terrestres pars (1596).
- Occidentalis Americae partis (1594).
- Americae Pars Magis Cognita Chorographia nobilis e opulantae Peruvanae Provinciae (1592).
Por su parte el cartógrafo castellano Diego Gutiérrez en Americae sive qvartae orbis partis nova et exactissima descriptio (1562) llamó a la isla “Boriquen”.
Un cartógrafo sumamente importante para el período fue Martin Waldseemüller. En Tabvla Terre Nove (1513) llamó a la isla “Boriquem”. No obstante, en su Universalis cosmographia secundum Ptholomaei traditionem et Americi Vespucii aliorumque lustrationes (1507), el mismo mapa en el cual, por error, bautizó al Nuevo Mundo “América”, Waldseemüller escribió “boriquen”.
En la Carta da navigar per le Isole nouam tr [ovate] in le parte de l’India dono Alberto Cantino al S.Duca Hercole, mejor conocida como el “Planisferio de Cantino” de 1502, considerado el primer mapamundi que presentó al Nuevo Mundo, dentro de “Las antilhas del Rey de castella” está la isla de “boriquem”.
En los otros mapas y cartas de la época que pudimos consultar, la isla aparece identificada, ya fuese en latín, italiano o castellano, con su nombre colombino, San Juan.
LINGÜÍSTICA
Cualquiera que trabaja directamente los manuscritos de los siglos XV y XVI sabe lo difícil (si no imposible) que es leerlos sin haber tomado cursos de Paleografía. Ahora, no es sólo que la cursiva de la época era muy diferente a la nuestra; la gramática era muy irregular y la ortografía absolutamente caótica. En una ocasión encontré un documento donde la misma palabra aparecía escrita de cinco maneras diferentes, ninguna, para nosotros, la correcta. Debemos recordar que Antonio de Nebrija publicó su Grammatica (Gramática de la lengua castellana) en 1492, y Reglas de ortografía en 1517. O sea, que estamos en los primeros momentos del proceso de regular y estandarizar la escritura castellana.
Dentro de toda esta confusión, cabe preguntar, si entre todas estas crónicas, documentos y mapas, ¿no sería posible que algunos presentaran la ortografía “Boriken”?
El Diccionario de la lengua española (22ª edición) explica que en la ortografía, la letra “K”, “se emplea en palabras de origen griego o extranjero. En las demás, su sonido se representa con cantes de a, o, u, y con qu, antes de e, i.”.[25]
Una consulta a los diccionarios castellanos más antiguos reveló algunos hechos muy relevantes a esta discusión. El Diccionario de Autoridades, el primero que produjo la Real Academia Española, en el Tomo IV (1734) indicó que la “K”:
Es tomada del Latín, y este la tomó del Griego Kappa. Tiene poquíssimo uso en nuestra Lengua, y solo en aquellas voces que se toman de otro idioma, y absolutamente se pudiera excluir de nuestro Alphabeto, pues su pronunciación se podía suplir, o con la C fuerte, como queda dicho, con las vocales a, o, u, o con la C aspirada en todas: como Charidad, Cherubín, Chimera, Choro, Chylo, o con la Q. en las vocales e, i.[26]
Este último punto explica por qué algunos de los documentos y mapas del XVI escribieron “Borichen”. De otra parte, nuestra consulta reflejó que este diccionario no contenía palabra alguna que comenzara con la letra K.
El diccionario de Covarrubias de 1611 señaló que para la “K”…
…no hay uso cerca de los latinos, fuera de dos diciones suyas, que son Kalendas y Kiries; y estas quando se escriuen en nuestra lengua Castellana se forma y pronuncia con ch. chiries. y calendas con sola c. la cual haze el mesmo oficio que la K. y este tambuien de la q. salvo qu se le sigue siempre u.[27]
La obra tampoco contiene palabras que comiencen con esta letra.
Las otras obras realizadas entre los siglos XV al XVI, incluyendo las de Nebrija, ni tan siquiera incluyeron la letra “K”.
CONCLUSIONES
La evidencia es clara, en la historiografía puertorriqueña el debate sobre el nombre aborigen de la isla siempre ha sido si se debía escribir “Boriquen”, “Borinquen” o alguna variación de estos términos. Ninguno de los historiadores que consultamos, algunos de los más importantes de Puerto Rico, utilizó la ortografía “Boriken”. La única excepción, como vimos, fue José de Jesús Domínguez a quien Cayetano Coll y Toste, con vehemencia le salió al paso en 1893.
De otra parte, a pesar de variaciones en la forma de escribirlo, ninguno de los cronistas que recogieron el nombre aborigen de la isla lo escribió como “Boriken”. Como vimos, Benzoni escribió “Boriquenam”, de Bry “Borichen”, Fernández de Oviedo “Boriquen” y Nebrija “Buriquena”. Más importante aún es el hecho que los dos testigos presenciales del “Descubrimiento” de la isla, Álvarez Chanca y Cuneo tampoco lo escribieron utilizando la “K” para crear el sonido “que”. Chanca se refirió a la isla como “Burenquen” y “Buriquen”. Cuneo la llamó “Boluchen”.
Asimismo, ninguno de los cartógrafos de los siglos XVI y XVII, ni aún el alemán Waldseemüller, escribió “Boriken”. Theodor de Bry, Joducus Hondius y Abraham Ortelius utilizaron “Boriquen”. El castellano Diego Gutiérrez también escribió “Boriquen”. Mientras que en el autor de “Planisferio de Cantino” y Martin Waldseemüller escribieron “Boriquem”.
Finalmente, la evidencia indica que para la época del descubrimiento la letra “K”, para todo efecto práctico, no se usaba en castellano –ni en latín- y sólo aparecía en las raras ocasiones en que se citaba algún término del griego clásico. Por esta razón, no hay forma que un escribano u cronista escribiría “Boriken”; para ellos la “K” era totalmente foránea.
Está claro, ante toda esta evidencia, que “Boriken” carece de una realidad lingüística, historiográfica o documental. Por lo que debemos hacernos eco de lo que don Cayetano Coll y Toste escribió hace más de un siglo:
Desfigurar la palabra indo-antillana Boriquén sustituyéndola, arbitrariamente, con Borikua, Burinkem ó Burikem es ir contra la etimología del vocablo, contra sus radicales, y contra la escritura y ortografía de los primeros cronistas.[28]
Como historiador no puedo hacer otra cosa.
*Este artículo se publicó originalmente en el blog Akelarre: historia y ficción (http://editorialakelarre.blogspot.com/) del historiador, escritor, editor y educador Pablo L. Crespo Vargas.
[1] José Juan Arrom. “Apuntes sobre el nombre indígena de Puerto Rico y la cuestión de su etimología” en Estudios de Lexicología Antillana, segunda edición (San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2000), pág. 136.
[2] Ibídem, pág. 138.
[3] Salvador Brau. Puerto Rico y su historia: investigaciones críticas (Valencia: Imprenta de Francisco Vives Mora, 1894), pág. 33.
[4] Cayetano Coll y Toste. Colón en Puerto Rico: disquisiciones histórico-filológicas (Puerto Rico: Tip. Al vapor de la Correspondencia, 1893), pág. 118.
[5] Ibídem, pág. 124.
[6] Ibídem, pág. 127.
[7] Álvaro Huerga. Los primeros historiadores de Puerto Rico (1492-1600) (Ponce: Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, 2004), pág. 21
[8] Ricardo E. Alegría. “Las primeras noticias sobre los indios caribes”, introducción a Crónicas francesas de los indios caribes, recopilación, traducción y notas por Manuel Cárdenas Ruíz (San Juan: Editorial Universidad de Puerto Rico en colaboración con el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1981), pág. 28.
[9] Labor Gómez Acevedo y Manuel Ballesteros Gaibrois. Culturas Indígenas de Puerto Rico, tercera edición (Río Piedras: Editorial Cultural, 1978), págs. 27 y 30.
[10] Ibídem, págs. 48-49.
[11] Vicente Murga. Cedulario puertorriqueño, Tomo I (1505-1517), estudio preliminar y notas por Vicente Murga Sanz (Río Piedras: Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1961). Pág. XVI.
[12] Alejandro Tapia y Rivera. Biblioteca Histórica de Puerto Rico (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1970), pág. 1.
[13] Fray Agustín Iñigo Abbad y Lasierra. Historia geográfica, civil y política de la isla de S. Juan Bautista de Puerto Rico, dala á luz don Antonio Valladares de Sotomayor (Madrid: Imprenta de don Antonio Espinosa, 1788), págs. 1, 11 y 12.
[14] Hieronymi Benzoni. Americae pars qvarta, siue, Insignis & admiranda historia de reperta primùm Occidentali India à Christophoro Columbo, editada por Theodor de Bry (1594), pág. 21.
[15] Ibídem, pág. 21.
[16] Ibídem, pág. 21. Debemos recordar que la fecha en que originalmente se publicó la obra fue 1565.
[17] Ibídem, lamina V, pág. s/n.
[18] Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. Historia general y natural de las Indias, primera parte (Madrid: Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1851), pág. 462.
[19] Ibídem, pág. 465.
[20] “Siguese la carta del dicho Dr. Chanca, que escribió á la cibdad de Sevilla de este Segundo viage en la manera siguiente”, reproducida por M. Fernández de Navarrete en Viajes de Cristóbal Colón (Madrid: Calpe, 1922), pág. 224
[21] Ibídem, pág. 226.
[22] “Carta de Miguel de Cuneo a Gerónimo Annari” , traducción de Marisa Vannini, reproducida en Documentos Históricos de Puerto Rico, volumen I (1493-1516), recopilados por Ricardo E. Alegría (San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 2009), pág. 38.
[23] “Uocabula Barbara. M, D. XXX. Mense Decebri” en Pietro Martire d’Anghieria, De Orbe Nouo(1530), pág. s/n.
[24] Ibídem, pág. s/n.
[25] Real Academia Española. Diccionario de la lengua Española, 22a edición [http://lema.rae.es/drae/?val=k], consultado el 6 de noviembre del 2014.
[26] Real Academia Española. Diccionario de Autoridades, Tomo IV (1734), consultado en el portal Nuevo Diccionario Histórico del Español [http://web.frl.es/DA.html], consultado el 6 de noviembre del 2014.
[27] Thesoro de la Lengva Castellana o Española compuesto por el Licenciado don Sebastian Cobarruuias Orozco, capellan de su Magestad (Madrid: Luis Sanchez, impressor del Rey NS., 1611), reproducido en el portal Nuevo Tesoro Lexicográfico [http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.0.0.0.0.], consultado el 6 de noviembre del 2014.
[28] Coll y Toste, Colón en Puerto Rico, pág. 126.