Los Olvidados

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Yarimar BonillaPor Yarimar Bonilla

El pasado viernes en la tarde apareció un video en la cuenta de Facebook de Ricardo Rosselló titulado “Conversando con estudiantes y residentes de Utuado.” El mismo abre con una toma del gobernador caminando por una calle lluviosa del pueblo de la montaña. Parecía casi un throwback a sus tiempos de campaña, solo faltaban las “tumba cocos” y camisetas de partido. Sin embargo, aunque podría parecer un simple video de promoción creado para el disfrute de sus seguidores, el que observe los 20 minutos completos de duración (algo que lo hace parecer más un cortometraje que un video de redes sociales) verá un panorama surreal y extraño. Esto no es una visita de campaña, es un encuentro con los olvidados.

Recientemente Christian Sobrino, asesor financiero del gobernador y su representante en la junta de control fiscal, declaró en una entrevista con el periodista Benjamín Torres Gotay que el Puerto Rico contemporáneo se asemeja a la serie HBO The Leftovers. Basada en la novela de Tom Perrotta, esta serie narra lo que pasa en una sociedad donde sin explicación—por acto de magia, brujería, o fenómeno sobrenatural—desaparece de un día para otro el 2% de la población. La serie nunca revela ni interroga las causas de la desaparición, sino simplemente plantea: ¿Qué hacen los sobrantes (the leftovers)? ¿Cómo continúan con sus vidas aquellos que se quedan atrás, o sea, los olvidados?

En su comentario Sobrino se refería al cambio demográfico que ha sufrido Puerto Rico en la última época—para el 2019 se espera que haya perdido aproximadamente el 25% de su población. Sobrino menciona que el enfoque de la serie es precisamente el trauma y la depresión que sufren aquellos que se quedan atrás.

Toma de HBO The Leftovers

La estampa que vemos en el video de Ricky recuerda mucho el panorama visual y afectivo de esta aclamada serie de televisión, que presenta una sociedad surreal, consumida por una depresión masiva que nadie nombra. Los olvidados tratan de continuar con sus vidas como si nada hubiese pasado, y hay días que parecen “normales”, hasta el momento en que un recordatorio de lo vivido (muchas veces violento y desgarrador) irrumpe en la pantalla. El 2% es un número interesante de población, es lo suficiente grande para causar impacto—todos los olvidados tienen gente en su vida que ha desaparecido—pero a la vez es suficientemente pequeño como para tratar de seguir hacia delante como si nada. Después de todo, los olvidados están en mayoría.

En el video de Ricky vemos a aquellos que la migración y el abandono social han dejado atrás. Aunque parece un video de redes sociales como cualquier otro, detrás de la máscara de normalidad se revela una realidad perturbadora.

La estampa comienza como si fuera una clásica visita política con Ricky caminando por una calle pequeña con una hermosa vista montañosa. En el fondo se escucha el cacareo de los gallos; no es hasta mitad del video que nos damos cuenta de que los mismos compiten con el sonido de generadores que de repente se apagan.

El video corta y el gobernador sale rodeado de un grupo de personajes que poco a poco son identificados por sus roles: la profesora, el comerciante, el estudiante, el ciudadano, la activista. Cada uno trata de explicarle al gobernador su realidad y sus preocupaciones.

En un país en quiebra, en medio de la implementación de severas políticas de austeridad, en un pueblo donde aún no se ha restaurado la luz, que vive bajo la amenaza del cierre de su arteria económica y sus centros de educación, podríamos esperar que el gobernador sea recibido con agresivas protestas y reclamos. Pero los olvidados que allí llegan le hablan en tonos suaves y gentiles. Aunque sus caras muestran ansiedad y desasosiego, lo que le hacen al gobernador son preguntas, no reclamos.

El primer personaje que se dirige al gobernador es una profesora del recinto de Utuado, el cual está bajo amenaza de cierre. Ella le entrega una carta de parte de la comunidad universitaria respondiendo al plan anunciado recientemente por la junta de gobierno de la universidad de eliminar la oferta académica del recinto, convirtiéndolo en un mero centro de experimentación. (¿Es Utuado una metonimia para la isla entera?) Le sigue un representante de la asociación de comerciantes, quien también le entrega un sobre al gobernador con un documento “endosando el no-cierre” del recinto por el impacto devastador que tendría sobre la economía.

Luego un joven estudiante con pelo largo y piercings, a quien algunos comentarios en Facebook describen como un “pelú de la UPR” le explica al gobernador detalladamente por qué el cierre de su universidad sería devastador para la región. Concluye: “Decimos aquí a viva voz que estamos dispuestos a dar la batalla y vamos a mantener el recinto abierto. Necesitamos que la gente se matricule. Nosotros necesitamos…” De repente el joven suspira, la normalidad de la estampa se interrumpe y con frustración le dice al gobernador: “nosotros necesitamos que la gente salga a la calle para defender lo que es de nosotros y para nosotros”. No queda claro por qué el joven expresa esa frustración con la falta de movilización a un funcionario que hasta cierto punto se beneficia de esa complacencia ciudadana.

La profesora retoma la palabra y le pregunta al gobernador: “¿Qué usted opina al respecto del plan que sometió la junta de gobierno?” El gobernador trata nuevamente de volver a la normalidad, respondiendo con el tono robótico y tecnocrático de sus intervenciones en los debates televisados de la campaña de gobernación. Procede con su terminología usual: ruta, plan, consolidación, sinergía, rendimiento, “rightsizing”, racionalizar, de cara al futuro… Insiste en que no van a cerrar el recinto, solo van a asegurar que la facultad sea “proporcional” a la matrícula.

En un momento la profesora trata de darle otro “spin” a esta respuesta; dice que entonces lo que hay que hacer es aumentar la matrícula, dándole apoyo a la universidad, y al municipio mismo, que ha sido víctima del abandono.

Pero cuando el gobernador intenta dar promesas ella lo interrumpe para recordarle (a él y quizás a sí misma) que al fin y al cabo él no puede prometer nada, ya que no es soberano: “La junta de control fiscal dio las instrucciones, ¿verdad?” El gobernador reconoce que la junta tiene unos poderes sobre “el límite fiscal”. “¿O sea, el dinero?”, pregunta la profesora. Sí, asiente el gobernador, aunque insiste en que la junta no impone la política pública.

El joven de pelo largo le pregunta si entonces la junta de gobierno de la universidad está mintiendo al decir que van a eliminar la oferta académica. La implicación es que alguien está mintiendo: la junta de gobierno de la UPR, la junta de control fiscal, o el gobernador. Porque aunque faltan población y servicios, sobran y se contradicen los polos de poder.

El gobernador responde que están en proceso de plan fiscal, donde se han sometido propuestas de parte y parte. (No queda claro quiénes son “las partes”, ya que a los que están allí nadie les ha consultado).

A partir de ese momento, el video pierde toda normalidad, y la realidad post-Maria interrumpe lo que podría haber sido un video de promoción de candidato. La profesora le dice al gobernador que quiere que él hable con alguien a quien ella identifica solamente como “un ciudadano”.

El ciudadano relata lo que se vive en el pueblo, habla de cómo a siete meses después de María sigue llevándole comida y ayuda a los encamados en el monte. Habla de todos los suministros que entregó la asociación de comerciantes luego del huracán, de que eran los únicos respondiendo a la comunidad, dice que incluso le llevaron agua al propio alcalde. “Sí, me llegó, gracias”, reacciona  el alcalde, allí presente.

El gobernador permanece tieso e inexpresivo, mientras el ciudadano le revela que, a 7 meses de María, él todavía no tiene luz. Que por las noches, cuando prende el generador, su hijo le dice “ojalá que explote”. Nadie reacciona a esta frase, no sabemos si es una fantasía suicida de parte del niño, o un simple deseo de paz y silencio.

El ciudadano le dice al gobernador: “En los campos esos niños que no tienen luz, ¿cómo van a estudiar? Cómo van a desarrollarse?”. O sea, ¿cuál será el futuro de estos jóvenes que se han quedado atrás? “Esa es nuestra más grande preocupación”.

El ciudadano trata al gobernador con extremo respeto, mira a alguien fuera de cámara (¿el alcalde, quizás?) como buscando permiso para poder hacer sus planteamientos. Concede que no es fácil restaurar servicios al área montañosa, pero dice, con más tristeza que coraje, que también se ve la dejadez de las compañías extranjeras que vienen a reparar postes y se les encuentra bajo la sombra “durmiendo el sueño de los olvidados”. No queda claro qué quiere decir por esto el ciudadano: si es que duermen el sueño de los que se olvidan de los problemas sociales, o si es que literalmente le roban el sueño y la tranquilidad a los que han sido abandonados.

En ese momento el ruido del generador que ha estado en el fondo del video deja de escucharse y queda solo la voz del ciudadano: “¿Cómo es posible que estemos en pleno siglo donde estamos tan modernos, el siglo 21, viviendo ya 7 meses en esta situación, a dos meses volvemos nuevamente a la temporada de huracanes?” Queda claro que los olvidados se sienten dejados atrás no solo por los que se fueron al exterior, por las compañías de electricidad que duermen en la sombra, y por los políticos que quieren cerrar sus escuelas y universidades, sino también por la modernidad misma que les debería proveer por lo menos luz eléctrica y agua potable.

El gobernador retoma su tono de campaña: le agradece de parte del gobierno de Puerto Rico por su labor, reconoce que “si no es porque el ciudadano ayuda a otro ciudadano no estaríamos aquí”. De ahí pasa a admitir todas las fallas: tuvieron que traer ayuda externa, la coordinación falló, los recursos no llegaron, los materiales se detuvieron…

“¿Y los chavos?” pregunta una voz fuera de cámara.

Ahí el gobernador admite que además de la junta, está también ese otro polo de poder y abandono: Washington. Al ser territorio colonial todo se mueve más lento, explica. “Allá el dinero llegó en dos semanas, acá en cuatro meses”. (¿Pero ese dinero ya llegó?)

La voz fuera de cámara pregunta nuevamente: “¿Y cómo se va a distribuir ese dinero?”

El gobernador procede con su discurso: transparencia, eficiencia, recursos… Parece sugerir que el dinero va a fluir por el pueblo. Pero tal vez los allí presentes recuerdan su promesa de que tendrían luz antes de la navidad.

El video se corta abruptamente, y nos quedamos sin ver la reacción a las promesas. El video recomienza con el alcalde explicándole al ciudadano lo que está pasando con la situación del agua. Hay que recordar que al no tener electricidad Utuado tampoco tiene un servicio confiable de agua. El alcalde reconoce que en un momento no había agua para repartirle a los residentes, pero insiste en que ahora hay agua en exceso para repartir…

Una joven interrumpe los alardes del alcalde para hacerle otra pregunta al gobernador: “¿Qué piensa del cierre de escuelas en Utuado?”

El gobernador reconoce que se ha cerrado una escuela. Otro joven lo interrumpe para aclararle que son cuatro. Da los nombres de cada una, nombres que seguramente son de significado para los allí presentes, pero que para el gobernador probablemente no significan nada.

Roselló responde con su habitual discurso: presupuesto, infraestructura, rendimiento… Repite una y otra vez que hay que buscar rendimiento, casi como si las escuelas fueran una marca de gasolina. Les repite a los olvidados que se tienen que ajustar, que ha habido un éxodo masivo al que hay que acoplarse. En otras palabras, les da a entender que las escuelas ya han sido olvidadas, y los exhorta a que ellos también las olviden.

Una voz fuera de cámara le dice, con mucho respeto, que parece ser que alguien le ha dado información incorrecta sobre las escuelas en Utuado, refiriéndose a que las escuelas están en buenas condiciones, que no han sido víctimas del abandono por parte de la comunidad.

Otro joven le recuerda al gobernador que (contrario a la desaparición sobrenatural de The Leftovers) el éxodo de Puerto Rico es un proceso cíclico reforzado por el abandono social: “Aquí no hay acceso a educación, no hay acceso tampoco a la salud, no hay acceso a muchas cosas”. Le recuerda al gobernador que no se trata de simplemente de adaptarse al éxodo, sino de detenerlo.

El gobernador insiste en que no vale la pena mantener escuelas sin rendimiento, que ese modelo de educación no es el que ellos necesitan.

De repente una última joven entra en el cuadro del video. Es la única que le habla sin temor al gobernador, es la única que le alza la voz. Le aclara que ella es producto de la escuela pública – esa escuela que él tanto desprecia. Le dice que ella salió muy bien en las pruebas. Y le cuestiona su retórica de bajo rendimiento, recordándole que las pruebas que se usan para hacer esos reclamos vienen de afuera, no responden a lo que se enseña en las aulas locales, y han sido objeto de protesta por la asociación de maestros.

Los allí presentes la observan, fascinados, y ella procede a dar un discurso tanto al gobernador como a los que la rodean. Les recuerda que sus calles permanecen destruidas, que muchos no tienen automóvil para llegar a una escuela a 45 minutos de distancia, que el cierre de las escuelas lo que va a hacer es empeorar el analfabetismo y el desempleo, o sea,  que los va a dejar aún más atrás. “¿Por qué la gente se está yendo de Puerto Rico si dicen que está mejorando la cosa?”

Termina criticando la privatización, el gobernador trata de interrumpirla pero ella continúa y al final le impone su pregunta: “¿Acepta que las pruebas no son adecuadas?”

El gobernador responde simplemente “Hay distintos tipos de prueba”. Añade que al fin y al cabo no importa si están preparados o no a nivel local, porque el mercado que importa es el de afuera: “ya los ciudadanos tienen que ser ciudadanos globales, no solamente están localizados en un área compitiendo solamente aquí. Hay que competir a nivel global, y no estamos compitiendo. Esa es la decisión. Le respeto su posición, la mía ya está clara así que…”  Con esto el gobernador vira la espalda a los olvidados y el video se termina.

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