¡Saludos luchadores por la independencia!
Gracias por permitirnos un espacio para compartir nuestras perspectivas con ustedes, una perspectiva puertorriqueña formada por la Diáspora. Aunque no pudimos estar presente en cuerpo, estamos presente en espíritu y en lucha.
Como el revolucionario José Martí una vez escribió, nosotros también les escribimos desde las entrañas de la bestia. Nosotros somos los y las nietas y nietos de los primeros boricuas forzados a dejar a Puerto Rico en la guagua aérea, exiliados por el colonialismo estadounidense a vivir en las frías y hostiles calles de Chicago.
En lucha, escribimos desde nuestro hogar amado, Paseo Boricua. Nuestro pedacito de patria está localizado en la calle más antigua históricamente puertorriqueña en Chicago, Division Street—la cual está marcada por dos monumentos gigantes de acero a nuestro símbolo nacional, monumentos que son de hecho las banderas más grandes del mundo.
En esta misma calle fue donde en el 1966 se desató la primera rebelión puertorriqueña en contra de la brutalidad policiaca, el racismo, la vivienda pobre y el desempleo, y donde hoy, 25 años más tarde, los puertorriqueños adornan la calle con el nombre más bello: Pedro Albizu Campos.
En esta misma calle, miles de puertorriqueños fueron los primeros en darles la bienvenida a nuestros patriotas, los Nacionalistas, el 10 de septiembre de 1979, y donde 20 años más tarde, se juntaron para celebrar la liberación de la generación siguiente de presos políticos puertorriqueños. La mayoría de estos patriotas vinieron de los barrios de Chicago y Nueva York, dos de los cuales aún permanecen encarcelados luego de 25 años — Oscar López Rivera y Carlos Alberto Torres.
En esta misma calle, ahora conocida por tantos nombres, nosotros hemos trabajado para construir una comunidad de resistencia, hemos mantenido instituciones de treinta años como el Centro Cultural Puertorriqueño Juan Antonio Corretjer, la Escuela Alternativa Dr. Pedro Albizu Campos, el Centro Infantil Consuelo Lee Corretjer, La Casita de Don Pedro, Vida/SIDA, y el Centro Familiar de Aprendizaje Lolita Lebrón. Son estas instituciones las que, basadas filosóficamente en los principios de autodeterminación y autosuficiencia de los puertorriqueños, mantienen viva nuestras borincanías y disciplinas para con la lucha.
De esta fuente de patriotismo, con la guía de grandes líderes como José E. López, en el 2002 fundamos el Café Teatro Batey Urbano. Nuestro batey no está en un yucayeque taíno, sino en la jungla de concreto en el área de Humboldt Park. Batey Urbano es un lugar de creación expresiva y activismo comunitario, el cual está desarrollando activistas jóvenes latinos y puertorriqueños preocupados por del desarrollo cultural, político y comunitario de nuestro pueblo. Aquí nosotros vemos el mañana, hoy.
Nuestra voz no se ha debilitado ya que no nos hemos olvidado de quiénes somos: ¡somos puertorriqueños! Más aún, nos hemos ganado el derecho a hablar; continuamos la gran lucha en contra de las fuerzas internas del colonialismo que confinan a nuestra Diáspora; así como también luchamos en las entrañas de la bestia para la liberación de nuestra amada patria: Borinquen rebelde.
Algunos nos negarían, así como lo haría el colonialismo, esta oportunidad para hablar. Ustedes, no. Algunos nos ridiculizan, llamándonos menos que boricuas como si fuéramos los hijos bastardos. No lo somos. Nosotros pertenecemos a la bella familia y nación puertorriqueña, la cual hoy constituye cerca de ocho millones de hermanos y hermanas. Nuestro himno “diaspórico” los dispuso Juan Antonio Corretjer, “Yo sería borincano aunque naciera en la luna.”
Los norteamericanos nos han separado solo geográficamente. Aunque el colonialismo de los EE.UU. nos ha robado nuestra lengua castellana, la forzada aculturación lingüística no nos ha podido robar nuestra habilidad de hablar, pensar, escribir, sentir, y vivir como puertorriqueños.
Nosotros no podemos olvidar la contribución trascendental de nuestra Diáspora, una contribución marcada hace más de cien años el 22 de diciembre de 1895 por la adopción de nuestra bandera nacional en la ciudad de Nueva York. Cada lucha significativa por el pueblo puertorriqueño — especialmente la lucha primordial por la liberación nacional — ha contado con “los de afuera.” La lucha para la liberación de los Nacionalistas y los Prisioneros de Guerra Puertorriqueños, como también la lucha para terminar el bombardeo a Vieques, han sido prueba de un hecho simple pero difícil de aceptar. La formulación de cualquier movimiento serio para la liberación de Puerto Rico no se puede lograr sin la participación indispensable de la Diáspora puertorriqueña. La Isla y la Diáspora son dos vertientes de la misma estrategia de liberación puertorriqueña, y nosotros añadiríamos, latinoamericana.
¡Qué gran legado tenemos detrás y delante de nosotros! ¡Qué impacto ha tenido nuestra Diáspora! Algunos de nuestras contribuciones más prominentes a nuestra identidad nacional y lucha incluyen al congresista Luis Gutiérrez, Antonia Pantoja, asambleísta José Rivera, el consejal Billy Ocasio, Jesús Colón y el Arzobispo González; íconos como Eddie Palmieri, Miriam Colón, Andy Montañez, y Willie Colón; figuras literarias como Pedro Pietri, Miguel Piñero, Aurora Levins Morales, Martín Espada; artistas como Juan Sánchez; periodistas como Juan González; actores y actrices como Rita Moreno, Raúl Juliá, Benicio del Toro, y Jimmy Smits. Como los mismos ritmos de salsa y hip-hop, la Diáspora no es un mero reflejo de Puerto Rico, mas sí una extensión del mismo.
Nos anima este encuentro histórico. Nuestra generación que se encuentra en la Diáspora y en la Isla tiene una responsabilidad gigantesca. Como Frantz Fanon, el filósofo anticolonial, escribió en su obra seminal The Wretched of the Earth: “Cada generación debe descubrir su misión casi desde la oscuridad, llevarla a cabo, o traicionarla.” Nosotros creemos que ustedes que se reúnen hoy, como todos los que están en la lucha, saben precisamente cuál es nuestra misión. En nuestro caso, no tenemos que descubrirla, solo cumplirla.
Nuestra misión es la misma que la de varias generaciones atrás — vencer la plaga del colonialismo y asegurar nuestro derecho inalienable a la autodeterminación. Como nuestro mentor José E. López insiste, nuestro análisis no debe divorciar el colonialismo del racismo, del capitalismo. Ellos son la no santísima trinidad de los últimos 500 años de conquista, subyugación y explotación. El problema histórico del 1492 insiste en ser resuelto. Pero esto solo puede pasar si nosotros estamos igualmente comprometidos con la erradicación del sexismo, la homofobia, y nuestro enemigo capitalista — el individualismo.
Debemos vivir nuestro compromiso para un mundo en el que no haya sombras sobre la humanidad, un mundo en el que caben muchos mundos, como los zapatistas han argumentado. Debemos comenzar a vivir hoy como nos encomendó Consuelo Lee Corretjer: “Rechacen la noción cínica de “vive, y deja que los otros se las arreglen” (live and let live, original en inglés) y acoger la ética revolucionaria de “vive y ayuda a vivir” (live and help to live, original en inglés).
Ya que la misión es clara, la pregunta es “cómo.” Ciertamente van a haber muchos métodos, pero solo una unidad. Nuestra experiencia de resistencia en Chicago es uno de los muchos caminos. Es desde esta humilde experiencia que le pedimos al movimiento independentista, la conciencia de nuestro pueblo, que sea creativo. Allí es en donde nuestra generación tiene el potencial más grande para crear impacto. El independentismo debe ser puesto en práctica en los pueblos, comunidades y barrios de resistencia, esos que existen hoy y los que hay que construir juntos. La resistencia vive no en la polémica, sino en la construcción diaria de una visión alternativa, posible y libre.
En estos tiempos turbulentos, nosotros estamos absorbidos en una lucha históricamente imperativa para preservar la misma comunidad que ha dado vida a tanta resistencia. Elitización o gentrification y desplazamiento, ambas manifestaciones del colonialismo y el neoliberalismo, están amenazando con destruir lo que nuestras manos hábiles han construido durante los últimos 50 años.
Pero nosotros estamos esperanzados — no en las estrellas y deseos, sino en la determinación de nuestra comunidad para luchar. Tenemos esperanzas en el compromiso de los jóvenes puertorriqueños en la Isla y en la Diáspora para luchar para conseguir un cambio. Tenemos esperanzas en las luchas imaginativas en Chiapas, Venezuela, Brasil y toda América Latina. En los Estados Unidos, tenemos esperanza sobre la posibilidad de crear, junto con l@s compañer@s, un movimiento que realice el sueño de Bolívar de la “patria grande” dentro, y a pesar del imperio estadounidense.
Esperamos que éste sea el principio de un diálogo significativo entre jóvenes independentistas en todo los Estados Unidos y Puerto Rico. La historia de Puerto Rico está incompleta: los capítulos de liberación e independencia aún faltan por escribir. Sus autores están listos…y son de Lares, Río Piedras, Spanish Harlem, North Philly, Villa Victoria, Villa Sin Miedo, Mayagüez, Loraine, Ponce, Paseo Boricua, Vieques, Jayuya y Ciales.
¡Todos somos hijos e hijas de Borikén!
¡Qué Viva Puerto Rico Libre!
¡Libertad para los Presos Políticos Oscar López Rivera y Carlos Alberto Torres!
Michael Rodríguez Muñíz
March 4, 2005
A nombre del Colectivo Batey Urbano del Paseo Boricua, Humboldt Park, Chicago, Illinois
Judith Díaz
Matt Rodríguez
Melissa Cintrón
Michael Reyes
Yvonne Nieves